COLECCIONES


                                            

  1. Igitur/poesía
  2. De umbral en umbral
  3. Igitur/narrativa
  4. Igitur/ensayo
  5. Igitur/Mito
  6. Minigitur

Igitur/poesía

1- El ladrón de Talan, de Pierre Reverdy, prólogo de Philippe Soupault, traducción de Rosa Lentini.  P: 11,42 euros

Pierre Reverdy, fundador y animador de la revisa Nord-Sud, admirado y considerado como el poeta vivo más importante de su época por los surrealistas, escribió El ladrón de Talan, “novela en verso” (ahora publicado en edición bilingüe y con prólogo de Philippe Soupault), en 1917, época en la que sienta las bases de su poética cercana al cubismo en el arte y a la poesía de Apollinaire y Max Jacob, su indirecto inspirador. Libro clave en la trayectoria de este poeta, del que Luis Cernuda destacó la profunda espiritualidad que ilumina su obra, cuando se refirió al mismo como al más "puro", éticamente hablando, de los poetas franceses de su siglo. Según Michel Leiris, con Apollinaire y Max Jacob, Reverdy formaba una rara trinidad que combinó la amistad y la complicidad literaria con los recelos y los desencuentros que jalonan la época, una de las más ricas en la historia literaria de nuestro siglo.

2- Mi piano azul y otros poemas, de Else Lasker-Schüler, prólogo de Gottfried Benn, traducción de Sonia Almau. P: 9,02 euros

Else Lasker-Schüler (1869-1945), poeta expresionista, considerada por Benn- con quien mantuvo una apasionada relación sentimental que la llevara a vigilarlo en los cafés de Berlín, y que inspirara algunos de sus más bellos poemas- como “la lírica más grande que jamás tuvo Alemania”. Su religiosidad de origen judío y su condición de mujer, destacan como los dos elementos centrales de su obra poética, en la que aúna intimismo vitalista y simbolismo religioso. El expresionismo -que le sirve de campo de cultivo- configura el horizonte evolutivo de su obra, pero sin restarle carácter, lo que sin duda se observa en ese mismo valor “acústico” de su obra que destacara  Erich Fried, o en ese tono afectivo que neutraliza en sus versos el pathos asociado al expresionismo. Peter Hille la llamó el “cisne negro” y Karl Kraus, uno de sus numerosos admiradores, elogió el perfecto sistema de sus rimas. Mi piano azul... es la primera obra que se publica de esta autora en España.

3- Horizonte desde la Rada,  de Antonio Martínez Sarrión, prólogo de Miguel Casado.   P: 7,81 euros

 Horizonte desde la Rada (1983) señaló, y señala actualmente, a la vista de las posteriores entregas poéticas de Martínez Sarrión (De acedía, 1986, Ejercicio sobre Rilke, 1989, Cantil, 1995), un antes y un antesdespués respecto de la poética española de los años ochenta, lo que no parece reduntante a pesar de que el autor ya había sido en su momento incluido por Castellet en su célebre antología Nueve novísimos. Versión revisada por el propio autor del que ya fuera señalado como su libro "más redondo e intemporal...que señala la plenitud de su acmé poético. Según el prologuista, la idea de pacto  es el núcleo de Horizonte desde la rada; “Pacto” se llama un poema dedicado al hijo, como si se tratara del decantamiento decisivo de la experiencia, del conocimiento acumulado, su resumen. “Pacto es sólo una palabra que trata de introducir la idea de negociación, la de un sujeto que hace valer sus cartas, su valoración de lo que cede y obtiene, y, en verdad, sólo nombra lo que es aceptación: sacamos las yacijas a la estrellada noche / y muchos, y algo serenos ya, / aceptamos que el polvo de la estepa / acumulara estratos en nuestros corazones. Como en "People in the Sun", el conocido cuadro de Hopper, donde varios personajes congelan su rostro -su vida-, mirando sobre la llanura hacia una pelada cordillera’’

4- La alegría, de Giuseppe Ungaretti, prólogo de Andrés Sánchez Robayna, traducción de Carlos Vitale (primera edición íntegra que se hace en castellano de este título) P: 12,02 euros

La Alegría es, entre otras cosas, un diario poético de guerra, que incluye poemas fechados en lugares concretos del frente donde combatió Ungaretti, por lo que pueden considerarse auténticas actas notariales del estado emocional de un poeta-soldado que se da ánimos para ser valiente. Pero también es una exhortación a la resistencia del autor de Vida de un hombre (“Ungaretti, hombre de pena, te basta una ilusión para darte valor”), o un testimonio del hastío o incluso del dolor por la muerte de tantos compañeros de armas en el campo de batalla, para no hablar de la añoranza del pasado del poeta en Alejandría, su ciudad natal. La personal interpretación de la tradición lírica de su país, desde Petrarca hasta Leopardi, y su entronque con la corriente mallarmeana,  llevaron a Ungaretti a concebir un tipo de verso que expresa lo mismo la pureza del canto adelgazado hasta ser casi inaudible como el silencio que acecha tras la palabra; por todo ello La Alegría es uno de los libros capitales del Siglo que termina, y uno de los documentos más conmovedores que éste lega al que comienza.

5- El libro de Cartago, de Juan Eduardo Cirlot, prólogo de Carlos Edmundo de Ory, edición de Victoria Cirlot. P: 9,02 euros (agotado)

“Diario de una tristeza irrazonable” subtitulaba Cirlot este libro que, escrito en El café de las Ramblas, en los últimos días de 1946, se publica por vez primera para conmemorar el veinticinco aniversario de la muerte del poeta y ensayista. El libro refleja su profunda afinidad con el surrealismo -Cirlot entró en 1949 en el grupo Dau al Set como crítico de arte y teórico del movimiento vanguardista catalán por excelencia-, así como su obsesión por el mito de Cartago, de claras reminiscencias flaubertianas, y tiene su origen en un sueño tenido en 1944.  Editado de acuerdo a la última de las versiones hechas por el autor (la edición, a cargo de Victoria Cirlot, incluye las variantes de la primera,  enviada a Carlos Edmundo de Ory, y algunos de los dibujos  que Julián Gallego y el propio autor hicieron con motivo de la misma), El libro de Cartago es uno de los textos más significativos y misteriosos de Cirlot, el crítico de arte y experto en simbología, cada vez más recuperado y valorado como poeta.     

6- Tristia y otros poemas, de Osip Mandelstam, prólogo de Joseph Brodsky, traducción y epílogo de Jesús García Gabaldón. (SEGUNDA EDICIÓN) P: 12,62 euros

Osip Mandelstam, amigo de Anna Ajmátova, con la que militó en el movimiento acmeísta, amante de Marina Tsvietáieva, simpatizante de la Revolución de octubre, protegido de Bujarin y satírico de Stalin, sobre el que escribió un poema que lo hizo caer en desgracia y lo acercó a la muerte, abrió con su vida un surco dantesco que es uno de los grandes testimonios de nuestra época. Aquella parte de su poesía que el mismo Mandelstam calificó como “cívica” es una poesía contra el poder, pero también una poesía de desobediencia estética. Lingüística y sintácticamente, la inmensa materia poética del autor de Tristia contraviene el instinto de conservación no sólo vital, sino también estético. Así, Mandelstam, más allá de las condenas políticas, se inmoló en aras del propio derecho a la poesía, y de ahí su modernidad en un siglo en que han dialogado a solas la barbarie del Poder y el poder silencioso de la palabra poética que encuentra su triunfo en su derrota y en su supervivencia. De Mandelstam escribe Joseph Brodsky: "Trabajó en poesía rusa durante treinta años y lo que realizó pervivirá mientras exista la lengua rusa". Tristia y otros poemas, es finalmente, un hito bibliográfico, pues se trata de la primera traducción que se publica de un libro de poesía de Mandelstam al español.

7- Carreteras-Carreteras, de Peter Huchel, prólogo de Michael Hamburger, traducción de Pablo Villadangos. P: 11,42 euros

Este libro, el más importante del autor, es una demostración de que el arte poético no requiere de la exhuberancia para calar hondo, ni del brillo para deslumbrar la mente del lector. Huchel, el mayor poeta de la Alemania democrática, fue maestro en resistencia moral y también en precisión poética, como bien lo demuestra este libro, el primero de este gran poeta que se traduce al español. Rotundo y sutil al mismo tiempo, artista difícil de superar en el manejo de los plantos temporales, dotado de una plasticidad que más de un escultor quisiera para sí, su poesía está hecha a base de cincel, corazón e inteligencia, como bien debieron saberlo los escritores alemanes, desde Heinrich Böll a Nelly Sachs, que pocos años antes de su muerte lo rescataron de un régimen oscuro, colocándolo a la luz de Occidente, que hoy lo ilumina y reconoce en él a uno de los poetas alemanes más importantes de nuestro tiempo. El nombre de Huchel da lustre hoy a uno de los más prestigiosos premios de poesía que se otorgan en Alemania.

8- Cien años de Mallarmé, edición de Ricardo Cano Gaviria, prólogo de Cintio Vitier, epílogo de Pilar Gómez Bedate. P: 13,22 euros (agotado)

Cien años de Mallarmé recoge las traducciones más importantes que de la obra del poeta francés se han hecho a lo largo de un siglo, así como una versión renovada e iluminadora de uno de sus poemas más difíciles y emblemáticos, Igitur, del que Ediciones Igitur toma su nombre. En su centenario, la poesía de Mallarmé brilla ya no como una estrella sino como una constelación: en nuestro idioma, los territorios conquistados por los que han seguido la ruta marcada por su estela se llaman Modernismo y Vanguardias y en ellos han fundado países y ciudades un grupo enorme de poetas, como testimonia la presente selección. En ella, más de treinta nombres, desde Rubén Darío hasta Octavio Paz, Antonio Gamoneda o Andrés Sánchez Robayna, pasando por Juan Ramón Jiménez, nos recuerdan que el príncipe de los poetas no es menos príncipe hoy que ayer, por más que su centenario haya pasado desapercibido en España, donde prácticamente este libro fue el único homenaje que se le rindió.

9- Poemas en prosa 1965-1994, de Angel Crespo, prólogo de Carlos Edmundo de Ory, edición y epílogo de Pilar Gómez Bedate.  P: 12,02 euros

La obra poética de Ángel Crespo está tocada, especialmente en estos poemas en prosa, por la gracia de una vena  vanguardista que, bajo la forma ya de una preocupación pictórica como la que auspició en Francia los mejores desarrollos del poema en prosa, ya de un lúdico interés por el lenguaje, le brinda al poeta español la libertad y solvencia necesarias para pasearse por diversos espacios ‑urbanos, rurales, personales, históricos o filosóficos‑, sin quedar atrapado en ninguno de ellos, pues es la premeditación de su obra, el pensamiento sobre sí misma que resulta especialmente aleccionadora para la poesía española de hoy. Crespo, como la mayor parte de sus predecesores en la  concepción del poema en prosa, de Aloysius Bertrand y Baudelaire a Reverdy, Ponge y Michaux, sin olvidar a su maestro Juan Ramón, trató de acercar el lenguaje de la poesía al de la pintura, que lo atrapó desde la década de los cincuenta como crítico y animador, en lo que no es más que una de las facetas de uno de los poetas e intelectuales más representativos de la España de posguerra.

10- Rodin en verso, de Aleister Crowley (con seis acuarelas inéditas de Rodin),  prólogo de Angel Crespo, traducción y epílogo de José Francisco Ruiz Casanova. P: 11,42 euros

La leyenda unida a la fascinante vida de Crowley ha oscurecido el resto de sus actividades, en especial la de poeta. Si el autor fue, sobre todo, vitalista y excesivo, resulta apenas lógico que se sintiese atraído por la fortísima obra de Rodin, con posterioridad a la polémica que desatara la escultura de Balzac, inaugurada en 1902. Partiendo de varias de las esculturas en bronce o en mármol, de cuyos títulos se apropia (algunas tan célebres como El pensador, La mano de Dios o Los burgueses de Calais) Crowley hace un poema -metafórico, musical, sensual- donde más que explicar pretende hacer sentir la realidad intangible del arte. El objetivo es logrado con creces, en una de las más curiosas mezclas entre palabra y escultura (o pintura) de cuantas han buscado relacionar artes plásticas y artes verbales. En su extraña aventura poética Crowley se mantiene al margen de sus influencias más reconocidas (Swinburne, Browning o Blake) y aborda una construcción poética más cercana  patrones como los de Charles Baudelaire y  Gérard de Nerval.

11- Cuadernos de Voronezh, de Osip Mandelstam, prólogo de Ana Ajmátova, traducción y epílogo de Jesús García Gabaldón. P: 13,22 euros

Este libro es quizás comparable a La tierra baldía y Los cuatro Cuartetos de Eliot, los Cantos de Ezra Pound, las Elegías de Duino de Rilke y Espacio de Juan Ramón Jiménez. En el siglo que acaba, marcado trágicamente por la Revolución Rusa, la primera y la segunda guerras mundiales, los fascismos y los totalitarismos, el progreso material y la miseria moral de la cultura europea, esta gran obra póstuma de Mandelstam, escrita en una situación de extrema precariedad, nos ofrece el ejemplo moral de la dignidad de la poesía frente al terror y la barbarie. Los tres  cuadernos que la componen, escritos desde el destierro, la cordura ganada por el suicida y la culpa del verdugo asumida por la víctima inocente, son, al tiempo que un diario lírico del poeta en los tres años de destierro a que fue condenado por haber escrito un poema contra Stalin, una especie de Divina Comedia hecha a la medida de los estigmas del siglo que termina. Se incluyen al final del libro los tres poemas a Stalin con que Mandelstam intentó borrar los efectos de aquél, en los cuales se puede entrever el drama de la palabra enfrentada al poder, y la impotencia de éste cuando pretende humillarla y sólo logra hacerla más escurridiza y, en última instancia, poderosa. Los elogios del poeta-bufón son como los dardos llenos de veneno que un tábano, antes de morir, clava en el lomo de la bestia a la que sabe sobrevivirá convertido en ángel. 

12- Melos Melancolía,  de Carlos Edmundo de Ory, prólogo de Pere Gimferrer, epílogo de Jaume Pont. P: 9,62 euros

¿Existe [en España] por otra parte, alguien que con más naturalidad habite, en cuanto dice, hace o escribe, el territorio de la poesía? Con naturalidad comparable, alguno hay, dos o tres tan sólo; con naturalidad mayor, creo que Alberti únicamente”, escribe Gimferrer en el prólogo a este libro. La muerte  de Alberti, ocurrida poco después de escritas dichas líneas,  le da una palpitante vigencia a esta afirmación, vigencia respaldada en este libro, el último de Ory, y prueba clara, además, de que la madurez del poeta es, en muchos casos, su definitiva revelación. Canto, himno, oración, plegaria, suspiro o grito confluyen en Melos melancolía; imágenes que caen bien como aerolitos, como piedras preciosas llovidas del cielo o suspendidas en el abismo, bien como fogonazos líricos que se  columpian entre la risa y el llanto, potenciadas por ese humor carloedmundiano hijo del desencanto y del grotesco de un mundo que contempla lo sublime vuelto del revés, y también por la fuerza negativa que las abraza: ‘‘tengo un anillo con la lengua rota’’. Ory fue una vez todavía más explícito al respecto: ‘‘Hoy día, el lenguaje articulado, distintivo del hombre, perdió la nobleza de su ritmo propio. Queda la tartamudez poética, el lenguaje imposible, esencialmente elíptico, fragmentario, como único idioma rebelde de la desesperación del habla’’.

13- Huesos de Sepia, de Eugenio Montale, prólogo de Alfredo Gargiulo, traducción y epílogo de Carlo Frabetti. P: 12,02 euros

Ásperos roquedales, mar en calma, vegetación austera, pozos, tapias, cactus y rústicos caminos desfilan, en Huesos de Sepia, como testigos mudos de algo que, sin embargo, hunde sus raíces, mirada adentro, en el propio espíritu del poeta: pero más que un humor, o un estado se ánimo, se trata de una ascesis que parece buscar, en los propios rudimentos del paisaje geográfico, una esencialidad humana que surge como resultado de lo que uno de sus críticos tildó de ‘‘lucha dramática del poeta con el objeto’’. Lucha en la que no hay vencedor ni vencido, pues lo único que el poeta extrae al final es la conciencia de una cierta impotencia del lenguaje y de la sospecha de otro mundo, más auténtico, que es preciso liberar. Junto a Tierra baldía, de Eliot, aunque con técnicas y planteamientos muy diferentes, Huesos de sepia es una de las más desoladas aventuras poéticas con las que se abre el siglo que se acaba de cerrar.

14-. El dolor, de Giuseppe Ungaretti, prólogo de Antonio Colinas, traducción de Carlos Vitale. P: 8,41 euros

«Se me ha hecho la observación de que, al haber perdido de una manera extremadamente brutal a un niño de nueve años, debo de saber que la muerte es la muerte. Fue la cosa más tremenda de mi vida. Sé qué significa la muerte, también antes lo sabía; pero entonces, desde aquel momento, cuando me fue arrancado lo mejor de mí, experimento la muerte en mí. El dolor es el libro que más amo, el libro que he escrito en los años horribles, con un nudo en la garganta. Hablar de él me parecería impúdico. Ese dolor nunca dejará de desgarrarme.» G. U.

15-. Teoría del miedo, de Leopoldo María Panero, prólogo de Leopoldo María Panero, epílogo de Túa Blesa (SEGUNDA EDICIÓN, CON 34 NUEVOS POEMAS). P: 9,02 euros

Como señala Tua Blesa en el Epilogo del presente libro, «Los poemas de Teoría del miedo, como el conjunto de la escritura de Leopoldo María Panero, son un nuevo viaje a lo oscuro, una vuelta a indagar otra vez en el vacío en un intento de dar nombre a aquello que, precisamente, no puede tenerlo, al igual que sucede con la belleza, esa aspiración sin nombre, de ahí que vacío y belleza («la belleza es un absurdo» escribe el poeta en la «Introducción») resulten ser equivalentes, cuando no dos caras de un mismo y único rostro, por lo demás, borrado. Siendo así, ante la incapacidad, o imposibilidad, de nombrar aquello que imanta a la escritura con un poder supremo, irresistible, al poeta no le queda sino arriesgar, ninguna otra salida que el riesgo de un discurso que se dice sin que sea dicho para nadie, dicho por nada, que se dice, en último extremo, sin decirse».

16-. Antología poética, de Joan Perucho, prólogo de Juan Manuel Bonet, traducción de Rosa Lentini. P: 11,42 euros

En el panorama de la actual literatura catalana, Joan Perucho es acaso, junto a Joan Brossa, el principal representante vivo de una modernidad literaria que entronca directamente con la tradición europea, que en él se aquilata y enriquece, convirtiéndolo en una de sus figuras más emblemáticas. Autor bilingüe, se ha prodigado tanto en el verso como en la prosa, y, aunque, como ocurre en el caso de Borges, con el que sin duda guarda más de un parentesco, es más conocido por su obra narrativa, su obra poética es en sí misma un pletórico mundo literario. Pere Gimferrer, uno de sus mejores exegetas, evocando implícitamente uno de los poemas más significativos de Perucho, «El médium», incluido en la presente antología, escribe: «Conciso, el médium ve un día claro en el corazón de piedra de la noche. Este corazón, de fulgores graníticos, es el poema: instante del éxtasis, beneficio de la escritura».

17-. La casa desierta y otros poemas, de Rosa Leveroni, prólogo de Vinyet Panyella, traducción y epílogo de Rosa Lentini. P: 13,20 euros

Como señala Vinyet Panyella en el prólogo del presente libro, la poesía de Rosa Leveroni es fruto de un equilibrio, frágil y precario, entre el mundo exterior y el interior de la autora, un equilibrio en el que, a la postre, es la interiorización lo que prevalece. La llave para desvelar las causas y los motivos de la transposición lírica de su intimidad se encuentra en la tercera parte del tríptico titulado El cant (El canto): «Voldria que el meu cant fos com una alba/ secreta per a tots...» («Quisiera que mi canto fuera un alba/ secreta para todos»). Rosa Leveroni aúna en su caso dos experiencias, la de la femineidad y la de la lengua, las cuales, entrecruzadas, hacen de ella una figura doblemente paradigmática en la literatura catalana del siglo XX . Por un lado, la de una mujer que forja su propio destino en una búsqueda de la palabra absoluta, que hace prevalecer la intimidad como un diamante puro, no enturbiado por las convenciones sociales, y, por otro, la de una autora que, en su propia escritura, manifiesta de forma implícita su derecho a la palabra y a la lengua.

18-. Jardín junto al mar, de Holda Doolittle, prólogo de Alicia Ostriker, traducción de Alison Bartolo y Alfredo Martínez. P: 10,22 euros

Jardín junto al mar, de Hilda Doolittle -primer poemario de la autora que se traduce en España- no es sólo el libro donde la poeta norteamericana, guiada por su fino olfato literario y su sólido, aunque autodidacta, conocimiento de la literatura griega, revisa el sentimental lenguaje victoriano sobre las flores, que en su pluma devienen acaso poco «femeninas» y ásperas como el granito, sino también el escenario donde el mundo moderno se reencuentra con la tradición clásica, componiendo una escenografía apta para una nueva lectura de la relación hombre-mujer o, mejor aún, de lo masculino y lo femenino no como instancias disociadas, sino como partes necesariamente complementarias. Es también un atisbo, plasmado con el estricto y austero lenguaje imaginista, de un mundo al margen de la civilización y la guerra, donde la realidad humana reconquista su derecho al Mito y el poeta mira con nostalgia hacia el Visionario.

19- Norte & Sur,  de Elizabeth Bishop, prólogo de Luis Antonio de Villena, traducción de Eli Tolaretxipi. P: 9,90 euros

«La poesía de Elizabeth Bishop -señala Luis Antonio de Villena en el prólogo del presente libro, el primero que se traduce de la autora al español- es importante porque hizo suyo -se lo apropió personalmente, a su propio modo- el discurso poético de la modernidad (...) La propia Bishop supo que su suave o armado hermetismo no extirpaba -no debía hacerlo- la discursividad confesional de su amigo Lowell. La voz órfica no excluye a la voz lógica, ni viceversa. Y esto se percibe -como lector- en la obra importante de Elizabeth Bishop pues ella, indudablemente, tembló más o menos, entre esas dos voces. Sin olvidar la profundidad y sin dejar de sentir en imágenes...»De dos de los poemas de este libro, «Los gallos» y «El pez», dijo Robert Lowell, en 1947, que eran «los poemas más buenos escritos por una mujer en este siglo». Por su parte, Octavio Paz, uno de sus primeros traductores al español, señala: «Oírla no es oír una lección; es un placer  -verbal y mental- tanto como una experiencia espiritual...»

20- Poesía lírica seguido de la "Carta de Lord Chandos", de Hugo von Hofmannsthal, prólogo de Ricardo Cano Gaviria, traducción de Olivier Giménez López, Epilogo de Hermann Broch. P: 17,75 euros

 

El presente libro tiene un valor literario y un valor documental; el primero, el que se deriva del valor intrínseco del corpus poético, que comprende prácticamente la totalidad de la «poesía lírica» de Hugo von Hofmannsthal, hasta ahora totalmente inédita en español. Hofmannsthal, que debe su fama al teatro (La muerte de Ticiano, Cada cual, Electra, La torre), a los libretos que redactara para Richard Strauss (Electra, El caballero de la rosa, La mujer sin sombra, etc), y a su narrativa (Andreas, El cuento de la noche 672, La experiencia del Mariscal de Bassonpierre), está considerado, junto a Rilke y George, como uno de los tres grandes de la lírica en lengua alemana de la primera mitad del siglo XX; el valor documental es el que, de forma absolutamente crucial para el devenir de la poesía europea del siglo XX, se añade al valor literario, considerada la poesía lírica del autor desde la óptica de la «Carta a Lord Chandos», que Hofmannsthal publicara hoy justamente hace cien años, en 1902, llegando a ser considerado, gracias a ella, y a lo que ella significó, como «el último poeta de la antigua Europa», según lo definiera Ernst Robert Curtius.

21-.  Antología personal, de Philippe Jaccottet, traducción y epílogo de Rafael-José Díaz. P: 13,00 euros

De los poemas y prosas que conforman el presente libro, basado en una selección hecha expresamente por Philippe Jaccottet para Ediciones Igitur, dice el autor suizo, uno de los grandes poetas en lengua francesa de la actualidad, que «han florecido casi espontáneamente, y como necesariamente, en el curso de toda una vida, adaptándose a sus meandros; muy rara vez, como la emanación feliz, ligera y fresca, de sus momentos más puros, y con más frecuencia como la expresión defectuosa, confusa y dura de los momentos en que la duda, la tristeza o la angustia prevalecían. Sin que por ello se dibuje en esta larga andadura -de la que no estoy orgulloso- ningún movimiento hacia lo mejor o el menor esbozo de victoria. Ya Rilke había escrito, en uno de sus Sonetos a Orfeo, que a partir de ahora, para nosotros, se trataba menos de vencer que de resistir. De soportar. Como desafío a la bajeza que prolifera a nuestro alrededor.» 

22-.  Primavera del ser, de Manuel Mantero, prólogo de Antonio Hernández. P: 9,60 euros

De la obra de Manuel Mantero señaló en su momento Vicente Aleixandre que “traza una huella indeleble en la poesía de su época”. Por su parte, uno de los mejores conocedores de la obra del poeta andaluz, Antonio Hernández, escribe en el prólogo del presente libro: “La tan traída y llevada estrofa de Pessoa-‘El poeta es un fingidor./Finge tan sinceramente/que llega a creer que no es dolor/el dolor que de veras siente’- no es más que un parafraseo del histrionismo clásico griego. De Komodia, título que da Mantero a una de las secciones de este apartado, viene comedia, y define al grupo de danzantes que tanto en la comedia como en la tragedia cantaban y decían las verdades.” Mantero destaca, por lo demás, por su riqueza de ingredientes culturales, pero sobre todo por su premeditación, su conciencia de ser un poeta de su tiempo, sin dejar por ello de ir, como Orfeo, tras la huella de Eurídice, llámese Gran diosa o simplemente Andalucía. 

23-.  Poesía reunida 1911-1982, de Djuna Barnes, traducción de Osías Stutman y Rosa Lentini, prólogo de Phillip Herring. P: 14,00 euros

  ¿DJUNA BARNES POETA? Quien conozca El bosque de la noche (Nightwood), de cuya prosa, en el Prólogo del libro, T.S. Eliot asegura que "atraerá a los lectores de poesía", sabe que Barnes escribió una obra en prosa extraordinaria cuya influencia se percibe en escritores tan dispares como William Faulkner, Malcolm Lowry y Thomas Pynchon. El bosque de la noche, publicada en 1936, es leída y reeditada en inglés y otros idiomas y reconocida como uno de los textos claves del modernismo. Menos conocido es que, además de esa y otras prosas notables, Barnes escribió poesía durante casi toda su vida, con particular énfasis después de los años 60, en su pequeño piso de Patchin Place, en Greenwich Village. La mayor parte de esa obra poética sigue inédita en inglés, por lo cual la presente edición, que la incluye junto a lo más importante de la obra poética no inédita de la autora, tiene el carácter de primicia mundial.

24-.  Danza de la muerte, de Leopoldo María Panero, prólogo de Bernardo Atxaga. P: 9,00 euros

   Tomo en la mano los originales del maravilloso poeta Leopoldo María Panero, y contemplo la mancha que deja el texto sobre el papel. Ahí están las líneas escritas con una máquina de escribir antigua, más grises que negras; ahí están, también, las tachaduras hechas con una serie de «x» y las indicaciones escritas a mano. Me viene a la memoria una roca que se exhibe en un pequeño museo de Milán, il masso di Bormo, sobre cuya superficie unos seres humanos de hace siete mil años hicieron rayas y estrías, inscripciones que nosotros, ahora, llamamos geométricas. En mi mente, los textos de Leopoldo María Panero y las inscripciones de la piedra forman una sola imagen, como si fueran el haz y el envés de una misma lámina.
Me asalta la asociación por la semejanza entre la superficie del papel y la de la roca, pero, sobre todo, por la identidad de los mensajes. «Estuvimos aquí, hicimos esto», nos dicen aquellos que cogieron un objeto punzante y marcaron la piedra. Y lo mismo nos dice Leopoldo María Panero: «Estoy aquí, condenado a la vida eterna, a vejez sin llanto». Lo único que cambia es que, ahora, las inscripciones son eso que llamamos poemas, y que ya no es posible trazarlas con la inocencia que, para bien y para mal, reinó en el corazón de los hombres que vivieron hace 7000 años.   
                                     Del Prólogo, de Bernardo Atxaga.

25-.  Instantes, de Wislawa Szymborska, prólogo de Mercedes Monmany, traducción de Abel Murcia Soriano y Gerardo Beltrán. P: 9,00 euros

 Hasta 1996, año de la concesión del Premio Nobel, para casi todos, Wislawa Szymborska fue fundamentalmente una lejana y respetable desconocida. Salvo los especialistas, pocos sabían de su existencia, de la magnífica y engañosa claridad de sus visiones falsamente placenteras, de su perturbador mundo metafísico aparentemente en calma y sin angustia alguna, de su tremenda fuerza, de su inflexible contundencia, de su terca insubordinación, de su inquietante transmisión de dudas y sabiduría al mismo tiempo. Sabiduría, según ella, siempre discutible, siempre basada en ídolos de pies de barro del pensamiento. Después de la Historia, de la era de los grandes acontecimientos y de la vergüenza eterna para el ser humano como tal, después del inmenso dolor y del sufrimiento de las víctimas, después del intento universal de comprensión profunda de los hechos y de todo lo sucedido, después de la construcción de las barricadas de las que hablaba la poeta Anna Swiszczynska, después de todo ello, llegaba la atención a cada una de las víctimas, herederos e individualidades por separado. Esas individualidades que en los primeros auxilios urgentes y masivos de la Historia son olvidadas y se pierden en el mar de números y estadísticas monstruosas, para luego recuperarse en todos sus pormenores más detallados. En esa hora del microscopio, de la microcirugía no vengativa, que vuelca una mirada clínica y nuevamente compasiva sobre la lente del laboratorio, son necesarias poetas como Szymborska. Dominada la ciega furia propia del dolor en carne viva, de ese dolor proveniente de heridas aún supurantes y compartidas por familias y pueblos enteros, en esa hora que llega tras cauterizar por fin las partes más atormentadas de la memoria, son necesarias voces que se distancian y se alejan cuando quieren, en un mismo movimiento. Se alejan y se vuelven a acercar sin cesar a la fibra sensible a investigar, a la enfermedad curable o incurable a determinar en un poema, en un diagnóstico, en una narración o en una radiografía.
                              Del prólogo, de Mercedes Monmanny

26-. Un grito y paisajes y últimos poemas, de Giuseppe Ungaretti, prólogo de Amalia Iglesias, traducción de Carlos Vitale. P: 13,00 euros 

«Yo, desengáñese, soy hijo del silencio y del canto nocturno que lo quiebra, en su inflexión árabe. La poesía es cántico y los de la infancia son imborrables». En estas pocas palabras se cifran algunas de las claves esenciales en la lectura de toda la obra ungarettiana: el desierto, la musicalidad, la reiteración, el silencio, la música nocturna, la poesía como canto, la huella indeleble de la infancia, su fusión con el paisaje. Ungaretti había nacido en Alejandría en 1888, donde vivió hasta sus 24 años. Transcurridos todos los lugares donde habitó (París, Roma, São Paulo, Milán…), será el desierto de Alejandría el lugar elegido por el poeta para situar la memoria, los recuerdos que le acompañarán durante toda su vida. 
Hijo del desierto y del canto nocturno que lo quiebra, Ungaretti insiste desde la vejez en la circularidad del canto: «Se comienza por cantar/ Y se canta para acabar». «Quien ha nacido para cantar/ Hasta muriendo canta». José Ángel Valente lo define con precisión: «El poema ungarettiano es, sobre todo, punto de aparición absoluta de una palabra que, tendida hacia la abstracción, se vuelve maravillada hacia el origen, para que la inocencia y la memoria, en suma, encuentren su unidad».

                                      Del Prólogo, de Amalia Iglesias. 

27-.  Las ocasiones, de Eugenio Montale, prólogo de Alfonso Alegre Heitzmann, traducción de Carlos Vitale. P: 13,00 euros

 

 

 «A menudo se ha hecho mención del pesimismo de Montale, y, sin embargo, desde su profunda melancolía, el mensaje último de esta poesía no es pesimista, pues en la intensidad de la contemplación el poeta con-sigue que el lector se sienta parte de la belleza desértica y desolada que el poema convoca. El vacío existencial del que nace el poema se colma plenamente en la materialidad de la expresión alcanzada (...) Montale declara vivir ajeno, bajo una campana de cristal”, y, sin embargo, paradójicamente, vecino a algo esencial de lo que sólo un hilo le separa; y a pesar de sentir que ese límite es inalcanzable, su voluntad de adherencia, nos dice, aun así permanece.(...) En poemas como “Sestear pálido y absorto” o “Arsenio”, de su primer libro, o en algunos de Las ocasiones, entre ellos “Viejos versos” o “La casa de los aduaneros”, la palabra poética rompe ese velo sutil, pero infranqueable, que la separa del paisaje y encarna en ella su aridez: árida palabra, como la costa absorta, “deslavada por el fluir airado de la espuma”. Montale, misteriosamente guiado por la palabra, sigue el signo de otra órbita y descubre el instante anhelado, ese punto culminante en el que todo se concentra, donde las fronteras entre lo interno y lo externo se derrumban y el mundo deja de ser sólo nuestra representación.» 
                           Del prólogo, de Alfonso Alegre Heitzmann.

28-.  Versos de la bella dama, de Alexánder Blok, prólogo y traducción de Jesús García Gabaldón. P: 13,00 euros

«Versos de la Bella Dama (1904) es uno de los más sublimes libros de poesía amorosa de todos los tiempos. Cuenta, en clave cifrada, la intensa, apasionada y extraña historia de amor de Alexánder Blok con Liubov Mendeléieva, hija del famoso químico petersburgués. En la vida de Blok constituye no sólo su primer libro publicado, sino un anticipo y una síntesis de toda su trayectoria. En la poesía rusa marca la aparición de un gran poeta y la consolidación del simbolismo. Hay que reconocer además que Versos de la Bella Dama es uno de los poemarios más herméticos y enigmáticos de la poesía moderna. Blok construye un laberinto de símbolos en movimiento que funcionan como señas de identidad, tanto de la imagen cambiante del poeta como de su propia poesía. Para él, la poesía es transfiguración, transformación incesante del yo a través de lo vivido, lo soñado y lo imaginado. El yo crea otro yo interior, una segunda máscara que emerge mediante intuiciones y presentimientos y que a su vez se funde con el mundo exterior, dando lugar a una transustanciación cósmica del hombre y del universo.» 
                               Del prólogo, de Jesús García Gabaldón

29-.  En mitad de la vida, Poesía completa, de Hermann Broch, prólogo de Clara Janés, traducción de Montserrat Armas y Rafael José Díaz. P: 13,00 euros

«Cuando, arrestado por el gobierno nazi, pasó a la prisión de Altaussee, las visiones repetidas de una muerte inminente prepararon en él el humus del que nacería su ya mencionada obra capital, La muerte de Virgilio, sin duda una de las novelas más importantes del siglo xx. Algunos de los poemas aquí recogidos laten en la misma atmósfera, y son como fragmentos de prosa o versos extendidos musicalmente siguiendo una pauta interior; otros, por el contrario, se aproximan a la poesía popular que él tanto consideraba y que lo llevó a incorporar la rima y buscar la música audible de las palabras. Se trata de una escritura poética no sólo intensa, sino atrevida por su modo de incorporar la inteligencia al lenguaje, ya que es el “interregno del conocimiento terrenal”. Y es también bellamente evocadora, en tanto que poesía
“es espera que mira en la media luz, poesía es abismo en presentimiento del crepúsculo, es espera en el umbral, es comunidad y soledad al mismo tiempo […], aún no partida, pero continua despedida”.
Finalmente, los poemas de Broch son, ante todo, profundos, de acuerdo con su concepto de la poesía, que para él es también (como dice por boca de Virgilio) “la más extraña de todas las actividades humanas, la única que sirve para el conocimiento de la muerte» .
                                 Del prólogo, de Clara Janés.

30- Helena en Egipto, de Hila Doolittle, prólogo de Jeffrey Twitchell-Waas, traducción de Alfredo Martínez.  P: 20,00 euros

«Según el poeta Estesícoro de Sicilia Helena nunca estuvo en Troya, sino que a instancias de Zeus fue enviada a Egipto. Griegos y troyanos libraron pues su larga guerra por una ilusión. Helena en Egipto sigue la leyenda egipcia y recrea los mitos que rodean a Helena desde los misterios del hermetismo egipcio; su tema pues es la guerra y la muerte, pero también el renacer. Y su ámbito actual, el de una relectura del mito en clave femenina, que mucho debería interesar al feminismo, entendido en el mejor sentido de la palabra.
Como escribe Jeffrey Twitchell-Waas en el prólogo de la presente edición: "Considerar He-lena en Egipto como una respuesta crítica a los Cantos [de Pound] puede acercarnos al intento de situar el poema de H.D. en el campo más amplio del modernismo poético, pero la pregunta más consecuente y desconcertante atañe a la forma del poema de H. D. y su relación con otras épicas modernistas. A un nivel superficial, Helena en Egipto no parece tener relación alguna con la épica poundiana y otros especímenes modernistas (...) El reto al que se enfrentó H. D. no era simplemente ofrecer una crítica o una narración alternativa a las versiones patriarcales, sino también crear una forma que (...) actuara sobre los lectores de modo que sus impulsos más generosos pero reprimidos salieran a la luz."

                              Del prólogo, de Jeffrey Twitchell-Waas

31- Poemas, Renée Vivien, prólogo y traducción de Aurora Luque. P: 13,00 euros

«El diálogo literario que Renée Vivien establece con Safo debe entenderse dentro de un proyecto más amplio y extraliterario de asimilación vital: la voluntad de identificación con la autora de Lesbos es tan patente en su obra como en su biografía. Uno de los apelativos más conocidos de Vivien es el de «Safo 1900». La relación entre la poesía de Renée Vivien y la figura y la obra de Safo es muy amplia y compleja, y alcanza muy diversos grados de imbricación intertextual: desde la traducción propiamente dicha de fragmentos sáficos, a la amplificación, la versión libérrima, la recreación, la incorporación de citas, la glosa, el homenaje."
"La pasión se contempla en Vivien como destino absoluto. Si unos textos proponen la glorificación sin trabas del puro impulso pasional, otros, en cambio, constatarán la destructividad inevitable de la pasión así asumida. Este programa vital provoca un brusco choque frontal contra la realidad y sus rígidos compartimentos. Renée Vivien, quien no se adaptó ni a su país natal, ni a su familia, ni a los usos amorosos y sociales de su época y ni siquiera al nombre que le habían impuesto, tampoco adaptó ni sometió su escritura a las convenciones esperadas."
"Por todo ello, Vivien no podía incorporar la ciudad como territorio propio al modo baudelairiano: su poesía es antiurbana. Las excluidas no encuentran lugar en la plaza pública; a lo sumo reivindican el jardín, una extensión del recinto privado: «El mundo es un jardín de placer y de muerte».»
                                               Del prólogo de Aurora Luque 

32- Dos puntos, de Wislawa Szymborska, prólogo de Ricardo Cano Gaviria, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano. P: 10,00 euros

«Visto así, el instante podría definirse también como el momento en que el poema es dado a luz a través de las palabras; un momento que no es simplemente el de transición entre un antes y un después, sino el de un iluminarse de la conciencia a través de la escritura. Aunque la autora no lo diga explícitamente, dicho momento asume la forma de una epifanía, y cabría preguntarse si no pertenece por derecho propio a los momentos en que se tiene alma («Alma se tiene a veces. / Nadie la posee sin pausa / y para siempre», dice en «Algo sobre el alma», de Instante, 2004). En cualquier caso, en la poeta que Szymborska sabe que es esta conciencia de la grandeza del instante –una conciencia Ideal, en el sentido baudeleriano, es decir, no spleenica– se plantea casi al nivel de una poética, en tanto que conciencia de una capacidad demiúrgica. En «La alegría de escribir» (el primer poema de Mil alegrías, un encanto, 1967), la voz que habla en el poema se recrea ante la sensación de controlar el proceso en esa inesperada dimensión de lo real que es la página en blanco, cuya nada es una potencia creativa. En efecto, ella puede plantearse como el justo homólogo de la nada bíblica que es el origen de todo, como si la creación del mundo por Dios hubiese sido un fenómeno de escritura: por eso, en las palabras del poeta duerme la tentación de lo absoluto; en la segunda estrofa del mismo poema se puede leer: «Sobre la hoja blanca acechan para saltar / letras que pueden combinarse mal, / frases que acosan/ y ante las cuales no habrá salvación». 
                                     Del prólogo, de Ricardo Cano Gaviria.

33- Gólem, de Leopoldo María panero, prólogo de Túa Blesa. P: 10,00 euros.

«El Gólem, dicen los libros, llevaba inscrita en su frente la palabra emet, cuyo significado es «verdad». Entonces, la verdad –«la única verdad es un cadáver»–, al menos la palabra «verdad», es lo que da a leer el Gólem, lo que es menos que el hombre, lo creado, imagen del texto. Sin embargo, el borrado del álef trastrocó la leyenda y por esa mutilación pasó a decir met y lo que met significa es «muerto». Cuentan los libros que con esa nueva lectura el Gólem se deshizo, tierra que salió de la tierra y que vuelve a la tierra. Lo creado ha sido descreado y todo el proceso ha quedado finalmente en nada. Se lee aquí: Para rezar en el estiércol: Soy solo un hombre hecho de nada. Ese mito –mito de la construcción y la destrucción– de los escritos de los cabalistas, y luego de la literatura fantástica, no podía no atraer la atención de Panero y él mismo cita en los preámbulos de este libro versos sobre el asunto y se podría agregar algunos otros. Y es que la escritura de Panero es, en cuanto tal, una construcción, pero a la vez ella misma se articula como una destrucción sistemática [...]. Destrucción de las formas, de esa lengua que falsamente se tiene por poética, destrucción de unos modos de escritura, de unos valores, todo por hacer que se cumpla aquello que desde Rimbaud, nombrado en este mismo libro, permanece como deber ineludible de la poesía: «Changer la vie». La literatura ya no fue igual a partir de Rimbaud, y Panero, con su obra, no es ajeno a aquel gran trabajo, aquel ejemplo, de destrucción. »
                                             Del prólogo, de Túa Blesa

34- Obra poética, de Elizabeth Bishop, prólogo de Sam Abrams, estudio preliminar y traducción de Sam Abrams y Joan Margarit. P: 21 euros.

«Elizabeth Bishop controlaba a la absoluta perfección la distancia entre ella y el lector, en definitiva, entre ella y el mundo. Sus poemas son muy personales, humanos, próximos, solidarios con los otros y con el entorno, pero a la vez la poeta ejerce un sutil sentido de la reserva, de la reticencia y del replegamiento, que no enfría los valores que he citado al principio sino que actúa como una garantía de su existencia y su eficacia. Se podría decir que existe un punto de tensión equilibrada entre ambas tendencias, la tendencia a la expansión y la tendencia al retraimiento, de modo que nuestra autora disfrutaba del uso calculado de una curiosa y nueva mezcla entre la herencia del romanticismo, con su proyección de la personalidad, y la modernidad, con su huída de la personalidad. Y sobre esta base Bishop supo construir una obra que tiene el calor humano de la particularidad y la fuerza intelectual atemporal de la universalidad. Este punto de vista tan peculiar que supo crear Bishop para canalizar su discurso poético acabó manifestándose también en la visión de la realidad subyacente en toda su obra [...]Creo que no hay mejor poeta que Bishop para ayudarnos a entender el dilema de la condición humana en la actualidad, con todas sus dudas, su falta de certezas, su profundo sentido de la provisionalidad. Por esto la autora reconoció en su discurso al aceptar el bien dotado premio Books Abroad, en 1976, que era como el pájaro de su emblemático poema “The Sandpiper”: “toda mi vida he vivido y me he comportado como el pájaro –recorriendo las fronteras entre países y continentes siempre buscando algo».

                           Del prólogo, de D. Sam Abrams.

35- - Gritos, Desgarraduras y Rapaces, de Joyce Mansour, prólogo de Juan Manuel Bonet, Traducción y Epílogo de Eugenio Castro. P: 17 euros.

«En efecto, los versos de estos tres poemarios de Joyce Mansour se construyen mediante articulaciones biográficas cuyo carácter convulso es la causa de la sensación de sacudida que suscitan. El perfil visual que describen estos poemas debe mucho a la intensa vivacidad de tales fulgores (recuerdos). Y al tiempo que depositan su singular sedimento, dibujan un paisaje fundamentalmente nocturno, aunque esto se haga también a plena luz. Lo que alumbra este paisaje va a sumar, a los fenómenos luminosos, jirones de un estado de espíritu en el que, en detrimento de todo maniqueísmo, se abrazan y se rechazan, se estrangulan y se alivian, se lamen y se escupen, se aman y se temen la obsesión por la muerte y su angustia, el arrebato carnal y sexual, todavía la inocencia y hasta la candidez, la ternura también, el humor, alternativamente oscuro -oscurísimo- y azul, y ese tono a cancioncilla infantil que lo ritma, cargado con todos los atributos del perverso polimorfo. Y, es verdad, un tinte lúgubre que, en general, lo tiñe, siendo no obstante celebratorio en su esencia. Pues todo ello es aquí conjurado en una ceremonia en la que se lleva a cabo una liberación experimentada como un “deseo del deseo sin fin” que sigue -o señala- los dictados del ilimitado juego de su libertad. Esa ceremonia requiere de una prueba necesaria -por elemental- para iniciarse a ella: el grito.» 

                                        Del epílogo, de Eugenio Castro. 

36- Hay, de Guillaume Apollinaire, prólogo de Rosa Lentini, Traducción de Ricardo Cano Gaviria, Eugenio Castro y Pep Vergger. P: 12,00 euros.

«De la presente recopilación de poemas de Apollinaire, hecha de fragmentos encontrados y reunidos tras la muerte del poeta en 1918, lo menos que puede decirse es que ningún texto resulta gratuito: ni los poemas no incluidos en libros y aparecidos en revistas, ni las obras de circunstancias, ni los borradores avanzados extraídos de los sueños y que ya anuncian los poemas mayores, ni las cartas en verso o los poemas amorosos dedicados a esta o aquella otra amiga (magníficamente imaginativos, con inesperados giros de lenguaje), ni los poemas rimados de la primera época del poeta.
También se puede decir que la recopilación es fuertemente representativa de su paleta poética, no sin recordar la acertada mención de Francis Poulenc, quien se inspiró en Hay para componer algunas de sus melodías más logradas y al hablar de la naturaleza del libro lo consideró «menos perfecto pero más agudo que Alcoholes», destacando que en él encontramos «el Apollinaire más audaz y el más barroco.»
                                        Del prólogo, de Rosa Lentini 


De umbral en umbral

1- Satán dice, de Sharon Olds, prólogo de Alicia Ostriker, traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria. P: 10,82 euros

Según la leyenda que ella misma ha difundido, después de graduarse en Stanford y tras acabar el doctorado en la Universidad de Columbia, sentada en la escalera del edificio y con el título universitario ya en a mochila, Sharon Olds cerró «un trato con Satán -no el Satán e la Biblia, sino el de El paraíso perdido de Milton»-, según el cual renunciaba a todo lo que había aprendido en sus años universitarios, a cambio de poder escribir poemas verdaderamente personales. El resultado de este enfrentamiento con la vida fue Satán dice, su primer libro, que ganó el inaugural San Francisco Poetry Center, publicado cuando ya es una mujer madura, en el que, desarrollando dentro del poema una insospechada vocación descriptiva y narrativa, desmonta uno a uno los principales mitos que desde la familia constriñen la condición femenina. En el centro de esta terrible máquina desmitificadora, y a la sombra silenciosa de un Satán sarcástico e irónico, la figura de la mujer que llega a ser madre sin haber dejado de ser hija, esposa sin haberse liberado del padre, es iluminada por la luz indirecta de alguien que en su propia desdicha encuentra su liberación, por lo que mira con inesperada ternura su propio infierno familiar, inscrito en la «tragedia americana» de los años sesenta. Sharon Olds es hoy día uno de los referentes obligados de la actual poesía norteamericana.

2- Árboles  que ya florecerán, de Concha García, prólogo de Olvido García Valdéz. P: 7,81 euros

Concha García sitúa este libro -un largo poema fragmentario- bajo la luz de dos citas: una de Clarice Lispector, brumosa y ensoñada, de la que extrae el título, y otra en la que con palabras de Cioran señala el fragmento como forma de acoger en el poema la complejidad -hasta lo contradictorio- de la experiencia. Y aunque la actitud reflexiva parece haber perdido peso respecto a los dos libros anteriores, es un hecho que la poeta descubre, como compensación, cierta confianza en el natural devenir de las cosas: «los árboles florecen cuando saben».Por todo ello el libro se coloca, como nos explica Olvido García Valdés en el prólogo, en la tradición de ciertas vanguardias (Apollinaire, Pound, Eliot...) al tiempo que en la de una escritura de mujeres que a lo largo del siglo XX ha ido abriendo nuevos modos de vida y de expresión, y en la que Concha García ocupa ya un destacado lugar, en lo que a España se refiere.

3- Los cinco entierros de Pessoa,  de Juan Manuel Roca, prólogo de Héctor Rojas Herazo. P: 11,42 euros

La poesía del colombiano Juan Manuel Roca, aunque hunde sus raíces en la más áspera realidad, tiene por norte lo oblicuo y, más aún, lo que se desdobla o es reduplicación del mundo real. De ahí que si del día le interesa sobretodo lo crepuscular -y más aún, lo crepuscular urbano a la manera de Baudelaire-, de la propia realidad le interesan los espejos y, más aún, los sueños, como si estos fuesen la vía hacia lo otro, o lo que está al otro lado: y en el centro de este, la noche exterior del poeta, que parece querer inspirarse en la propia noche interior de los ciegos, resplandece como el escenario último de una poesía que, nacida en pleno trópico, ha pactado con la realidad a condición de mantener intacto su propio núcleo interno, en el que resuenan, como en una caracola, viejos sones románticos y, retrocediendo todavía más, ecos goliardescos y tabernarios, así como lejanos aires de juglaría.’’

4- El sur hacia mí, de Rosa Lentini, prólogo de Joan Perucho. P: 8,41 euros

Utilizando en ocasiones la metáfora de un tsunami, símbolo de una potencial destrucción, la autora incide, en la primera parte del libro, en el tema más característico de la presente etapa de su itinerario poético: el sentido de pérdida, la memoria y el paso del tiempo, la necesidad de sobreponerse a la perplejidad y el horror para reconocer esa especie de "paisaje después de la devastación". Ahora bien, y en la medida en que dicho paisaje es el propio paisaje de la vida, su indagación poética está atravesada por la avidez de saber en qué punto nos encontramos y cuáles son los restos de la catástrofe con los que podemos iniciar la reconstrucción, pues la supervivencia resulta imprescindible. Pero , ahora que ya se conoce el verdadero sentido del ciclo de la vida, se impone un estado de vigilancia, y una comprensión asumida del paisaje final, que es, en cierta forma, el del comienzo. "Sólo los poetas saben -como afirma Joan Perucho en el prólogo del libro- lo que hay detrás del espejo y sus profundidades: el misterio del mundo, su origen, su excepcionalidad devorada".

5- Tundra, de Esther Ramón, prólogo de Juan Carlos Suñén. P: 7,70 euros

Tundra, territorio fangoso (es decir, ambiguo: tierra y agua es su sustancia), es ante todo un lugar de encuentro entre la existencia y la palabra, o un espacio acotado entre cielo e infierno, es decir, un purgatorio verbal. Lo que su purga allí es una pena que ningún Dios ha impuesto, pero que el hombre ha recogido en el muladar de la creación: Esther Ramón, en este, su primer libro, hace lle-gar hasta nosotros ecos de un espacio que el verbo ha ganado al vacío sin vencerlo, sólo expresándolo desde el límite: tierra baldía que es también paraíso donde nos espera la voz de la serpiente, es decir, del lenguaje... 
«Así el lenguaje no conoce calma, ni justicia, ni lógica -señala Juan Carlos Suñén en el prólogo-, sólo su propia arrogancia (se arroga, sí, se elige forma). Se dispone a ver claro sin reducirse (y son tiempos discretos para advertir la apuesta) entre una vida y la muerte...Y sólo llega a término porque su última nota es un silencio que vive eternamente, que sobrevive a la pregunta simple que duerme bajo las otras. ¿Quién soy yo en lo que miras, lector?»

6- La maldad de escribir, de María Negroni-Silvia Bonzini. (9 POETAS LATINOAMERICANAS DEL SIGLO XX), prólogo de María Negroni. P: 14,00 euros

LAS MEJORES VOCES DE LA POESÍA FEMENINA HISPANO-AMERICANA ACTUAL:
CRISTINA PERI ROSSI -OLGA OROZCO -ANA CRISTINA CESAR-FINA GARCÍA MARRUZ- BLANCA VARELA -ELSA CROSS-MAROSA DI GIORGIO-CECILIA MEIRELES -AMELIA BIAGIONI 
“Lo principal en cada uno de nosotros,” escribió Alejandra Pizarnik en su diario, “es indecible. Cuando digo principal, me refiero al deseo. Siento los deseos y no los puedo formular. Bien adentro,” agregó, “odio la poesía, no puedo hincar los dientes en las cosas concretas.” Algo parecido quiso trasmitir, tal vez, Clarice Lispector con su dictum: “Escribir es horrible.” También Ana Cristina Cesar: “No voy a volver a la literatura, que me lastima como una catástrofe. No voy a volver a escribir.”
“Esta pelea contra las palabras, esta resistencia a civilizar, a congelar eso para lo que no puede encontrarse un nombre, es quizá la convicción más clara de estas mujeres, su modo de probar -como quería Cocteau- que “poeta es quien escribe sin escribir”, a sabiendas de que sólo una epistemología del no saber (una interrogación constante al centro de lo que no vemos) puede liberarnos de lo que creemos ser, protegernos de quedar atrapados en el conocimiento, esa versión de la realidad que reduce siempre la realidad”

                                 Del prólogo de María Negroni.

7- La otra joven poesía española, de Alejandro Krawietz y Francisco León, prólogo de los propios autores. P: 16,00 euros

“Creer que se puede o que se debe edificar una visión del mundo desde un pensamiento autárquico, casticista y vaciado de los signos y valores que fundan la gran tradición de Occidente no prueba otra cosa, a nuestro juicio, que la degeneración última de un largo período de pobreza intelectual. Sin vanguardias teórica y prácticamente asumidas en sus datos más profundos, cierta reedición del llamado realismo -este equívoco realismo español- ha venido ocupando la mayor parte de nuestro panorama lírico, pero no, paradójicamente, en virtud de una creación lírica o de un sistema teórico o crítico en verdad potentes, sino todo lo contrario: apoyado en los convencionalismos, en argumentos sobre la “normalidad” psicológica del individuo y en vagas ideas de “recuperación” del lector perdido, cuya complicidad -como la que busca la literatura prefabricada de las novelas comerciales- se persigue denodadamente. Sobra decir que si algo tienen en común los poetas aquí antologados es el hecho de considerarse herederos de los lenguajes de la modernidad, así como partícipes de un diálogo fértil con ciertas voces poéticas más o menos excéntricas posteriores a la Guerra Civil. Estos jóvenes autores saben que los múltiples y enriquecedores lenguajes de las vanguardias no son ni deshumanizados ni fantasiosos, todo lo contrario. Propugnan una nueva humanización, puesto que hablan de la despragmatización del espíritu y del lenguaje; son, en rigor, más realistas que los sedicentes realistas porque intentan hacer que el hombre pueble su imaginación con un deseo verdaderamente social y porque, con Lautréamont, creen que la gran poesía deberá ser hecha por todos.”

                            Del prólogo, de A. Krawietz y F. León

8- Deshielo, de María-Mercé Marçal, prólogo de Andrés Sánchez Robayna,  traducción de Clara Curell. P: 11,00 euros

"Hay dos temas centrales en Desglaç : el tema de la muerte del padre y el tema del amor lésbico. El primero, si bien se mira, no es del todo nuevo en esta obra: puede decirse que -aunque no abordado, claro está, como tal- aparece metafóricamente prefigurado en el tema de la opresión política, es decir, de la rebelión contra la autoridad o el poder autoritario; lo novedoso es la manera en que ese tema cobra aquí dimensiones inusitadas por su desnudez y su violencia verbal. El segundo tema, el amor, adquiere igualmente unos tonos nuevos, peculiares, e inseparables a su vez de la rebelión intelectual y moral. He aquí, a mi ver, uno de los rasgos más definitorios de esta poesía: su manera de llevar todo, sin renuncia alguna al variado repertorio formal y retórico que proporciona la tradición, a un plano ético; mejor dicho: a un plano en el que ética y estética se vuelven una sola y la misma cosa."

                             Del prólogo, de Andrés Sánchez Robayna

9- Las poesías, de Amelia Rosselli, prólogo de Pier Paolo Pasolini, traducción de Alessandra Merlo (con la colaboración de Juan Pablo Roa y Roberta Raffetto). P: 14,00 euros

"Con la poesía de Rosselli el Mito de la Irracionalidad (pongámoslo con mayúsculas), logra en los años 60 su mejor producto: lujurioso oasis florido, con la sorprendente y casual violencia del dato comprobado, a los márgenes del dominio. Y la resurrección de la vanguardia –tan tétrica en los eternos aprendices de Milán y Turín– ha encontrado en esta especie de apátrida de las grandes tradiciones familiares de Cosmópolis, un terreno donde estallar con la funesta y maravillosa fecundidad de los hongos atómicos en el acto en que se vuelven forma, etc. etc. No voy a ir más allá de los límites de una página. Sólo me queda agregar que el tema del lapsus es pequeño, secundario e irrisorio respecto a los grandes temas de la Neurosis y del Misterio que recorren el cuerpo de estos poemas: es sólo un hilo que he seguido para poder producir algún axioma basado en este espléndido texto que se propone como inefable." 

                                      Del prólogo, de Pier Paolo Pasolini.

10- Acción que en un momento creí gracia, de Eduardo Milán, prólogo de Jorge Riechmann. P: 10,00 euros

Mientras al amparo de cierto espontaneísmo acrítico presentado como sentido común se tiende a creer que el compromiso formal con la palabra y su vacío, o con la experimentación que los ilumina, vuelve la espalda al compromiso ético con nuestro tiempo, la obra de Eduardo Milán es una demostración de que lo que ocurre es más bien lo contrario. Como lo demuestra en Latinoamérica la obra de César Vallejo y en Europa la de Paul Celan, es sobre el compromiso ético donde la palabra del poeta encuentra, como en una radiografía, el vacío sobre el que se abre su verdadera seña de identidad. En cambio, son las estéticas dulzonas que lo niegan las que, en el siglo XX, miran hacia atrás creyendo mirar hacia delante; Eduardo Milán, en posesión de esta simple premisa, viene perfilando desde hace años una respuesta para la que todavía, en Latinoamérica, no se ha encontrado la pregunta adecuada. Ahí estriba su cualidad de poesía abierta hacia el futuro, como lo dice Jorge Riechmann al evocar en el Prólogo del libro la frase de Rimbaud hace más de un siglo: La poesía ya no marcará el ritmo de la acción. Irá por delante.
"Sigamos a la palabra, nos propone Eduardo Milán, a ver adónde nos lleva. Con la confianza con que seguiríamos a nuestra perra si nos hubiésemos extraviado en el bosque y fuera hora de regresar a casa. Que sea ella quien nos guíe."

11- Residencias invernales, de Antonella Anedda, prólogo de Amelia Rosselli, traducción y epílogo de Emilio Coco. P: 12,00 euros

“La poesía de Antonella Anedda está vinculada con las cosas y su humilde celebración: cosas que en su frágil y precaria existencia acompañan nuestra humanidad caduca. Es la misma poeta quien nos aclara el sentido de este nexo indisoluble, entre las cosas y los seres, en un fragmento de poética titulado, expresa y claramente, “Recintos”:
La realidad no es tenaz, necesita nuestra protección, las casas se hunden, mundos enteros desaparecen […]. Si algo puede hacer el lenguaje es excavar una y otra vez un espacio en cuyo interior nada sea superfluo, un espacio manso, como un recinto donde los objetos y los seres res-piren los unos al lado de los otros, tengan duración y luz.
.........................
“Escribe Gianni D’Elia:
Residenze invernali es un libro verdadero, fulminante en muchas de sus frases, una de las obras más seguras de la nueva generación […]. Evoca en el lector un aire que desde hacía tiempo no se respiraba en la poesía italiana de los más jóvenes: un aire limpio, duramente ético, impregnado de piedad humana. Un salir de sí mismo para la exploración del dolor del mundo.”

                                       Del epílogo, de Emilio Coco 

12- El mar y sus enigmas, de Alberto Caramella, prólogo de Martha Canfield, traducción de Margara Russotto. P: 14,00 euros

“Lector de Homero, Caramella no olvida que ‘cual la generación de las hojas es la de los hombres’ (Ilíada, VI, 144): éstos pasan y sus rasgos individuales se pierden y confunden en el todo universal, pero una generación sucede a otra, como las hojas sobre las ramas de los árboles. Por eso, toda violencia al fin se absorbe, toda presencia constante se revela tutelar, y cada pequeño acontecimiento resulta eco del diálogo cósmico entre la transitoriedad y la permanencia: 

Por mucho tiempo centelleó el huracán
silencioso por la noche, impasible el lago.
Yo estaba antes, dijo, y seguiré estando
aún después de que te hayas desahogado.
(“Por mucho tiempo...”, Cartilla de vacaciones). 

Entre todos los elementos de la naturaleza es el mar el que adquiere la dimensión simbólica más intensa y el que se convierte al fin en el interlocutor privilegiado del poeta: el sujeto es el mar, sujeto gramatical y poético, objeto de observación, tema de reflexión y término metafórico.”. 

                                           Del prólogo. de Martha Canfield. 

13-.  La ruta de occitania, Poesía reunida (1972-2006), de José Luis Giménez-Frontín, prólogo de Pilar Gómez Bedate. P:15,00 euros

La "poesía reunida" de José Luis Giménez-Frontín -seleccionada por el autor y por los directores de la presente colección de Igitur- puede considerarse fiel reflejo del largo proceso que, partiendo del poema entendido como ejercicio de conocimiento y de "salvación", teje a lo largo de más de treinta años una compleja red de registros poéticos iluminados por una poética basada en lo que podría denominarse espiritualidad de lo real. En su estudio preliminar, Pilar Gómez Bedate señala los vínculos de la obra del poeta con algunas de las más características tradiciones de la modernidad: la vocación antirretórica; la solidaridad con las víctimas de toda violencia y de todo Poder; la gozosa anotación de los instantes vividos con plenitud "en olvido perfecto"; la progresiva anulación del ego en una vivencia y una reivindicación radicalmente mística de la materia. Considerado desde este ángulo el poema carece de dogma: la lengua poética es a un tiempo testimonio y encarnación de una refundación en el acto de vivir -cuando incluso ya hemos pasado a ser literatura-, y de la capacidad de dotar de significado lo que a simple vista permanece oculto.

14-.  De viejas estaciones invernales, de Manuel Rico, prólogo de Antonio Jiménez Millán. P: 10,00 euros

"Las constantes expresivas de la poesía de Manuel Rico se ajustan muy bien a la consideración de la escritura como un ejercicio de la memoria que va descubriendo estratos, sedimentos del presente, fotografías casi olvidadas que ahora pueden sorprendernos:

De flores amarillas y rostros algo ajados
se nutre este silencio. De gabanes inútiles
–tan viejos, tan amados–, de estaciones y bruma
se puebla la memoria.
De gargantas oscuras.

Algunas imágenes llegan a convertirse así en emblemas de una forma de mirar el mundo. Los viejos trenes y las estaciones abandonadas cobran protagonismo tanto en la última novela de Manuel Rico (ya desde el título, Trenes en la niebla) como en este libro de poemas: trenes que atravesaban barrios periféricos, andenes donde el tiempo detenido contrasta con la pasión por el viaje que cambia el sentido ritual del tiempo, su pulso cotidiano y su rutina. En los trenes que pasan junto a nosotros hay ciudades abolidas, deseos que huyen, mujeres con las que nunca nos cruzamos."

                                 Del Prólogo, de Antonio Jiménez Millán.

15- Cabeza de ébamo, de Rodolfo Häsler, prólogo de José Viñals. P: 10,00 euros

Häsler posee un tacto muy sutil al escribir su poesía, mejor dicho para presentarnos delicadamente la noble cristalería de sus poemas, cristalería que no soporta el roce bárbaro y basto, o las obviedades espesas del realismo y del naturalismo. Podría concluirse con ligereza que el poeta escribe una poesía abstracta, pero no, su poesía es muy concreta aunque sus materiales nos son presentados por Häsler a la luz de la transformación, mejor aún, de la transmutación matérica.
No estamos ante un poeta literario sino ante un poeta artístico que conoce y que recorre el sentido de las artes y su naturaleza, jamás superficial o frívolamente. Como es natural, por estudioso y preocupado, es Häsler un poeta culto, un hombre culto, y en sus escritos están tatuadas las huellas de la cultura occidental, pero también y privilegiadamente de la cultura oriental y mesooriental. Y, más precisamente, del arte que de la cultura en sentido amplio, o de la cultura que el arte representa, desde la mitología a las leyendas, desde un interior de Vermeer a la estampa árabe de un jardín de ensueño, desde Bach a Alban Berg, desde conocer, como quería Lorca, “la sutil diferencia poética entre una taza de té frío y una taza de té caliente”.

                                   Del Prólogo, de José Viñals

16- Razón de más, de Antonio Méndez Rubio, prólogo de Eduardo Milán. P: 10,00 euros

Pasión es la palabra que define la actitud literaria de Antonio Méndez Rubio (1967): una pasión de discernimiento entre lenguajes. Méndez Rubio no ve el lenguaje poético como momento privilegiado sobre otras formas de lenguaje: lo ve como momento específico, no exclusivo. El rechazo a lo excluyente no subyace sino que se evidencia en esta poesía que, operativamente, bifurca su modo de acción en reflexión y creación. La reflexión denuncia estadios de falsa claridad: por ejemplo, la luz (Trasluz se titula uno de sus libros de poesía) es para Méndez Rubio más una herramienta que un estado –«iluminación»– al que se llega por una búsqueda de «pureza» o como intento pseudontológico de desvelar «lo que no es», epifenómeno de un cuerpo, el lenguaje poético, que no existe sin esa cobertura de superficie [...].
Antonio Méndez Rubio proviene de una tradición de poetas-pensadores, poetas conflictivos con el lenguaje. Un linaje posible lo haría compañero de viaje de José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, José-Miguel Ullán, Miguel Casado, Jorge Riechmann, Miguel Suárez, Olvido García Valdés... dentro del ámbito poético español, aunque hay otros. Pero es nítida y rara su figura en el horizonte de la poesía actual en la lengua –tanto en España como en América Latina–, porque se atrevió a pensar políticamente la poesía en un marco inventivo, creativo de lenguaje, sin subordinarse a ningún reflejo dogmático más que al movimiento de las cosas encontrando el cuerpo en el signo contrario de los cristales.
                                          Del Prólogo, de Eduardo Milán     

17- Dibujando un mapa en la noche, de Juan Felipe Robledo, prólogo de Eduardo Chirinos. P: 10,00 euros

«El lector que se adentre en los poemas de Juan Felipe Robledo observará una recurrencia, a ratos obsesiva, de las alturas luminosas: el gato indiferente de « Mitad del día » aparece cuando el sol está en lo alto, la muchacha que viene de Babilonia se encuentra « detenida en lo alto de la escalera», una farola ofrece su luz a los amantes y «se curva sobre sí sin llegar a besar el pavimento», en la tarde no hay dicha debido a que « los bosques no han sido iluminados por la luna distante ». Podría seguir multiplicando ejemplos, sólo mencionaré dos más: el hermoso poema «Caracol en lo alto», dedicado a Eugénio de Andrade, y el título, Luz en lo alto, de la antología publicada en 2006 por la Universidad Externado de Colombia. ¿Cómo no ver una correspondencia
con las estrellas que en el poema de Horacio guiaban a los navegantes que respetaban el cielo? Son ellos los que merecen el día, los que pasean con lentitud su corazón por esta desolada estepa, los « que se repiten bajito una oda » y poseen, como dice un verso de Juan Felipe que y Lucian Blaga habrían aprobado, « una fe ciega en el poder de la palabra para darnos valor y permitirnos cruzar el bosque en la noche».
                         

                                       Del prólogo de Eduardo Chirinos  

18- Poemas del viejo, de Eugen Dorcescu, prólogo de Andrés Sánchez Robayna.  P: 8,00 euros

«Desde la pieza inicial, lo que en ellos [los Poemas del viejo de Eugen Dorcescu] se aborda y se explora es la experiencia misma de la vejez, esa dramática realidad de un ser que, de hecho, no vive, sino que se sobrevive a sí mismo, como se nos dice en un momento dado. Claro está que aparecen aquí, de manera paralela, otros temas (desde la corporalidad hasta la «niebla» de Thánatos), pero todos ellos giran en torno al significado de la vejez, una vejez que llega al final de «la aventura incomprensible de la existencia». De ahí el sostenido dramatismo de estos versos, su profundidad que es, al mismo tiempo, angustia y voluntad de conocimiento. Del viejo se habla aquí siempre en tercera persona («El viejo conoce exactamente…», «el viejo observa», «el viejo se obstina…»), como si esa distancia permitiera a la voz lírica objetivar la realidad de la que habla, el mundo de ese ser «trágico y desgraciado» inscrito entre el aire y la ceniza. Pero también hay aquí belleza, una «belleza desgarradora» del ser consciente de su finitud y de la solidaridad y la armonía del cosmos. La existencia aguarda su fin, y se entrega a él para que tenga lugar el flujo eterno del cosmos, para que el ser pueda ascender «los peldaños eternamente jóvenes de la eternidad».

                                  Del prólogo, de Andrés Sánchez Robayna

 

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Igitur/narrativa

1- De la tierna edad, de Valery Larbaud, traducción y prólogo de Ricardo Cano Gaviria. P: 13,82 euros

Valery Larbaud, a lo largo de los años que cubren el primer periodo de su vida, escribió, aparte de varias novelas y nouvelles, una serie de cuentos sobre la infancia, que hoy presentamos, inaugurando una nueva colección, bajo el titulo de De la tierna edad. Los personajes del libro son niños que, como si el futuro estuviera ya escrito en ellos, anuncian a los adultos que serán, y por eso aparecen aureolados por una rara presciencia: es el caso de "Deberes de vacaciones", en el que asistimos casi al nacimiento del escritor que, en "La tajadera", protagoniza un memorable acto de sacrificio infantil, que parece una iniciación sangrienta en un código moral que está incluso por encima del de los adultos. Héroes dignos y solitarios, los niños de Larbaud, incluso cuando desfilan de relumbrón, como meros fantasmas del pasado, tal "Raquel Frutiger" o "Dolly", son de hecho pequeños santos cuya inocencia aparece apenas con taminada por el catolicismo del autor, y hace resaltar, por contraste, la crueldad del mundo de los mayores, en el que Larbaud retrata las vicios de una clase social con la displicencia de un diletante pero también con el desamor de un taxidermista. Reo de infantolatría, Larbaud pertenece a esa pléyade de escritores que, entre los dos siglos, hicieron del niño o del joven un sujeto privilegiado del relato.

2- El Pasajero Walter Benjamin de Ricardo Cano Gaviria. P: 15,03 euros

Ricardo Cano Gaviria, escritor colombiano radicado en España desde 1970, ganó con esta novela el Premio Navarra de novela en 1986, con un jurado compuesto por Antonio Muñoz Molina, Luis Suñén y Soledad Puértolas. Estas son algunas de las opiniones cosechadas desde entonces por el libro, en sus dos ediciones anteriores:"Esta novela constituye un premio no sólo para el autor, sino también para la entidad organizadora del certamen..."Antonio Muñoz Molina (declaraciones para el Diario de Navarra); "Con una prosa de gran pulcritud, una inteligencia tan necesaria como suficiente y una prudencia y un tacto exquisitos en el momento de introducirse en los recovecos sentimentales e intelectuales de Benjamin..." Jordi Llovet, La vanguardia, Barcelona, 2-VI-89. "El pasajero Benjamin, de Cano Gaviria, es sin duda uno de los más agudos libros que haya escrito un narrador colombiano..." El Espectador, Bogotá, 23-IX-90. "Escrito magistralmente, el autor colombiano se adentra lúcidamente por los caminos afectivos e intelectuales que Benjamin pudo presentir antes de su muerte."Diario de Caracas, 28-2-94. "Culto e imaginativo, Cano Gaviria hace de El pasajero Walter Benjamin un gran fresco de la aventura espiritual e intelectual del personaje central...» Enrique Romero, Rev. de Lit. hisp. Nº 30-1995."Cano Gaviria ha logrado, con este libro, una pequeña obra maestra..." David Jiménez, El Espectador, Bogotá, 23-X-94.«En su momento, los críticos españoles señalaron la importancia de esta obra, que narra con gran intensidad y madurez literarias las últimas horas del desesperado Benjamin...» Ignacio Ramírez, El tiempo, Bogotá, 17-VII-94.

3-.  Diario para Eliza , de Lawrence Sterne. Traducción de Pep Verger Fransoy. P: 12,00 euros

"El diario para Eliza", escrito por Sterne un año antes de su muerte, y destinado a su amada, Elizabeth Draper, la mujer a la que quería unir su vida para siempre, es no sólo un vívido, intenso y casi conmovedor documento sobre la separación de los amantes y sobre la vida de Lawrence Sterne, sino también una puerta abierta sobre el Viaje sentimental, al que presta al-guno de sus ingredientes. "La novela política" (1759), texto con el que Sterne descubre su vocación literaria, es un panfleto satírico en el que relata en clave alegórica -el texto comprende un capítulo denominado "Llave", en el que se juega magistralmente con la idea de la pluralidad interpretativa que se deshace en su misma proliferación- las disputas entre los clérigos y el sacristán de una parroquia de provincia, por culpa de un capote y unos pantalones usados. "El fragmento rabelesiano" refleja quintaesenciada-mente la destreza del autor de Tristam Shandy en el arte del pastiche y la sátira. Se trata de tres piezas claves para comprender el arte del autor de Tristam Shandy y Viaje sentimental, las cuales se conocían ya en las principales lenguas europeas y que, sin embargo, hasta ahora no habían sido traducidas al español.

4-.  Amantes, felices amantes... de Valery Larbaud, traducción de Mar i Cel Perera Valls y Maribel Corbí Saëz. P: 15,00 euros

En la dedicatoria en español del primero de los relatos que conforman el presente libro,‘‘Belleza, mi bello tormento’’, podemos leer:‘‘A la ciudad de Alicante y a mis amigos alicantinos ofrezco esta novela para mí llena de recuerdos de la ‘Terreta’ V.L. Alicante, marzo 1920’’. Una dedicatoria digna del hispanoameri-canófilo Valery Larbaud, que vivió en Alicante entre 1917 y 1920. Enmarcado en la fría atmósfera inglesa, son los avatares sentimentales de un enamoradizo y casi platónico Larbaud entre las jovencitas alicantinas los que le proporcionan el nervio y el latido erótico al relato. Estos últimos no son menos in-tensos en las otras dos piezas del libro, destacando la segunda, ‘‘Amantes, felices amantes...,’’ por su atmósfera cerrada, muy fin du siècle, y la tercera, ‘‘Mi más secreto consejo’’, por su modernidad chispeante y fragmentaria, por su erotismo desencantado y su religiosidad esteticista y desilusionada. Las tres configuran un inolvidable tríptico que, aunque tiene ya su lugar en la historia de las técnicas narrativas occidentales, aún no ha recibido el reconocimiento que merece. 

5-.  La muerte del pequeño burgués, de Franz Werfel (contiene este relato y La casa del luto), traducción de Olivier Giménez López. P: 12,00 euros

A la desaparición del Imperio austrohúngaro en el otoño de 1918 alude el título de El crepúsculo de un mundo que Franz Werfel, checo como Kafka y Rilke, diera en 1937 a una transitoria pero memorable antología que reunía sus mejores "novelas y cuentos" publicados hasta el momento. En ella Werfel revivía el ideal de una Europa cívica, multinacional y refinada, donde una misma humanidad, sin distingos de sangre, confesión religiosa o de cuna, convivía en un escenario bábelico y tolerante. El autor lo simbolizó, en el último relato del libro, que ofrecemos hoy, "La casa del luto", en un afamado prostíbulo de Viena, donde, venidos de "trece pueblos y veinticuatro países", las prostitutas y los clientes confraternizan al son de los valses y las arias. A dicho relato antecedía en la antología otro que con el tiempo ha llegado a ser uno de los más célebres del autor, "La muerte del pequeño burgués", una auténtica joya en la que se dan cita el fulgor crepuscular del imperio y la inesperada pero no menos respetable dignidad de un antiguo portero que, en su última hora, mide sus fuerzas con el destino, y le gana la partida. 

6-.  Obra completa de A.O. Barnabooth, de Valery Larbaud, prólogo de Héctor Bianciotti, traducción de Adolfo García Ortega. P: 21,00 euros

En realidad, con ocasión del centenario de su nacimiento, toda la literatura y no sólo la francesa debería rendirle homenaje y, para ello, liberarlo de la imagen que una precipitada y persistente opinión ha propagado, ya que Larbaud ha acabado por confundirse con Barnabooth; uno de sus personajes, el del multimillonario cuya existencia transcurre, invulnerable, por encima de los mares, las ciudades y las tarifas, como decía Paul Valéry, quien, por lo demás, no escatimaba elogios sin sospechar que ya contribuía a crear el equívoco. Doble equívoco en este caso pues, en primer lugar, a Barnabooth le falta mucho para ser una proyección exacta de Larbaud, quien se hace tratar de pequeño rentista envidioso por su personaje. En segundo lugar, porque también Barnabooth ha sido reducido a la parodia del joven sudamericano, potentado y ocioso, que desvalija con fruición las tiendas de Bond Street, se deleita en la abrigada soledad de hoteles lujosísimos, y tiene éxtasis frente a sus maletas al sentir el deslizamiento nocturno del Harmonika-Zug que lo lleva a través de la Europa iluminada... (Podría decirse que A. O. Barnabooth es un libro pueril, y d que el autor había soñado a su personaje ya en la infancia, cuando gozaba con la lectura del Secreto del señor Síntesis, de Louis Boussenard, y con la Historia romana de Víctor Dury, en la que jóvenes emperadores contemplan incendios de ciudades a través de monóculos de esmeralda...).
Es cierto que, como tantos héroes de Henry James, Barnabooth tiene la ambición de sentarse a la mesa de la gran civilización, pero no hay que olvidar que es, ante todo, un hombre que pretende lo absoluto, una especie de místico laico que siente como una injusticia que la fortuna le haya dado tanto de antemano, situándole a dos pasos de las metas terrenales, y que, a causa de ello, los otros, los pobres, le denieguen toda cualidad, relegándole al dudoso privilegio de ser un necio con millones, sin espíritu ni talento ni amigos sinceros. En realidad, como observó Alexandre Vialatte a propósito de Larbaud, Barnabooth pertenece a esa especie de hombres para quienes las cosas que contribuyen a la civilización significan en principio placer, juego, «gratuidad», divertimiento del espíritu, vale decir, que son « inútiles» según el juicio de la mayoría. Sólo en esta concepción de la cultura coinciden el personaje y su creador. Barnabooth no halla nada que excite su inteligencia en los ambientes aristocráticos de las capitales del mundo, cuyos miembros, henchidos de maneras corteses, se esfuerzan tanto en demostrar que han sido bien educados -educados hasta la indulgencia, como lo demuestra el hecho de admitirlo a él- ni en los lugares simbólicos como Maxims's que, en su época de mayor gloria, no era para él sino un café-restaurante de la calle Royale, en París, apenas anotado a pie de página en su Diario.     

                             Del Prólogo, de Héctor Bianciotti

7-.  El hombre que rezó a Baudelaire, de Ricardo Cano Gaviria. P: 1,00 euros

A partir de Retrato de Esterlina de Varese los relatos se iluminan, hay un claro desarrollo narrativo y la compleja, evasiva relación entre los distintos personajes nos sumerge en una especie de magia irreal pero al mismo tiempo fácilmente reconocible. El recuerdo y los sueños son cada vez más abundantes, de nuevo creando diversos planos temporales y espaciales. Pese a las frecuentes referencias a Colombia, a diferencia del París de los primeros relatos, las ciudades no aparecen descritas, sólo sumergidas en un halo de irrealidad o de melancolía, sobre todo, en el mencionado relato, la casa del estanque. Las dos musas o modelos son Esterlina de Varese, lunática y despreocupada, y Beatriz Vieco, "carnal e irreal". Personajes guiados todos ellos por la sensibilidad ante el arte cuando no son ellos mismos arte. Muy distinto es La mosca, el más narrativo, con una extrañeza ahora marcada por los recuerdos y por una peculiar situación. Y el libro culmina con el excelente entre excelentes El viajero perdido, como el anterior marcadamente narrativo, aunque dominado por lo onírico y por el déjà vu. El lector de El hombre que rezó a Baudelaire tiene la inquietante y reconfortante sensación de que todo está movido por una mano invisible. ¿El destino o la propia escritura de Cano Gaviria, donde los sueños alcanzan la apariencia de realidad y la prosa la difícil calidad de un clásico del género?  

                             De una reseña de J. A. Masoliver, en La vanguardia.

8-.  El secreto de un hombre, de Franz Werfel. P: 12,00 euros

A la desaparición del Imperio austrohúngaro en 1918 alude el título de El crepúsculo de un mundo que Franz Werfel diera en 1937 a una antología de sus mejores “novelas y cuentos” publicados hasta el momento. En ella Werfel revivía el ideal de una Europa cívica, multinacional y refinada, donde una misma humanidad, sin distingos de sangre, confesión religiosa o de cuna, compartía el escenario. En el presente volumen, publicamos dos de estos relatos: “El secreto de un hombre”, cuyo protagonista, como dice el propio autor, “no es un pícaro inteligente ni un vulgar truquista. Es un falsificador, en gran escala, cuyo don de imitación raya casi con el genio. Es capaz de reproducir cuadros de los maestros antiguos, con tan mágica y maravillosa perfección, que engaña hasta a los más agudos técnicos, entendidos y comerciantes”, y “De menor dondición”, la historia de la iniciación en la vida de un niño de doce años, en la que “lo más significativo son las aventuras de su vida interior”. En el transcurso de la narración el protagonista “siente despertar su alma al amor: pero no solo al amor por una ‘hermosa doncella’, sino también a una clase de emoción no menos dolorosa, el amor al pueblo. Y desde entonces deja de ser un muchacho corriente, pues el despertar al amor y el despertar a la injusticia social se mezclan en su corazón para torturarle y desorientarle”. 

9-.  La puerta del infierno, de Ricardo Cano Gaviria. P: 13,50 euros

Dos cuarentones colombianos se encuentran en una calle de Paris una mañana de julio de mil novecientos ochenta y ocho después de veinte años sin verse, y de inmediato se lanzan a una frenética conversación, que los lleva a varios lugares de la ciudad. De hecho, mientras hablan y hablan, entre trago y trago de cerveza y asediados por el vértigo urbano, reviden varias provincias del pasado: los años previos al 68 y el 68 mismo, en Colombia y Paris, entreverados de amores y desengaños, con breves pero incitantes incursiones en la infancia erótica y sentimental del protagonista... 
Pero, de hecho, sobre el telón de fondo de los movimientos revolucionarios de los años sesenta, en especial la variante colombiana del freudo-sartro-marxismo, nunca antes llevada a un escenario narrativo, lo que despliega es una visión de lo fugitivo de las cosas, del desdoblamiento de la vida en muerte, del paso de las generaciones y de la forma como el mundo, con la edad, se convierte en un lugar de expiación, en el que la promesa de un Infierno entendido como lugar de festivo reencuentro se perfila como la única salida. Con reminiscencias de Kafka y Malcom Lowry en lo que atañe al simbolismo del relato, y de Vargas Llosa en lo que respecta a la perspectiva dialógica sobre los personajes, La puerta del infierno supone un reencuentro con la poesía por encima de la historia, en el que el mítico Paris, con su bullente barrio Pigalle, ejerce, al son de las canciones de Edith Piaff, el hechizo de simbólica y jubilosa puerta del infierno.”. 

 

 


 

Igitur/ensayo

[En construcción]

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Igitur/Mito

1- Contextos para Maqroll, de Alvaro Mutis, prólogo de Ricardo Cano Gaviria. P: 11,42 euros

Contextos para Maqroll reúne conferencias, notas de  lectura -inéditas en España-, dos colecciones de relatos breves y una entrevista de 1988 con Eduardo García Aguilar, del poeta y novelista colombiano Alvaro Mutis (Premio Príncipe de Asturias de las Letras y Reina Sofía de Poesía 1997). En la crítica de la realidad de nuestro tiempo y en el asombro del lector virgen ante la obra de sus mayores reside el interés de estos textos sobre Pushkin, Valéry Larbaud, Proust, Conrad, Malraux, Drieu la Rochelle, Ajmátova y otros. Nombres y lecturas que, por otro lado, conforman  el caldo de cultivo en el que florece el personaje central de la obra poética y narrativa de Mutis: Maqroll el Gaviero.

2- Si mañana despierto y otros poemas, de Jorge Gaitán Durán (antología), prólogo de Vicente Aleixandre y epílogo de Juan Luis Panero. P: 9,02 euros

Este libro recoge toda la obra de madurez de este ya legendario poeta colombiano, muerto en un accidente de aviación en plena juventud, y  lleva un apéndice con poemas conmemorativos  de Jorge Guillén, Juan Luis Panero, Alvaro Mutis, Eduardo Carranza, Eduardo Cote Lamus y Alejandra Pizarnik.Gaitán Durán  co-fundó en 1955, junto con Hernando Valencia Goelkel,  la revista MITO, en la que colaboraron españoles como Cernuda, Aleixandre o Guillén, e hispanoamericanos como Octavio Paz, Alvaro Mutis o García Márquez entre otros.

3- Antología poética, seguida de cartas de Cernuda, Aleixandre y Salinas, de Fernandfo Charry Lara, prólogo de Juan Gustavo Cobo Borda y epílogo de Vicente Aleixandre. P: 9,62 euros (agotado)

El libro recoge la obra poética fundamental de  Charry Lara, uno de los poetas vivos más importantes de Colombia, quien mantuvo desde 1947 hasta finales de los sesenta o principios de los setenta una jugosa correspondencia con los poetas del 27 (Cernuda, Aleixandre y Salinas), correspondencia que, inédita hasta hoy, se incluye en sus aspectos más fundamentales en el apéndice del libro. Charry Lara está considerado igualmente como un señalado crítico y ensayista por sus trabajos sobre la poesía colombiana e Hispanoamericana, desde José Asunción Silva hasta Luis Cernuda y Vicente Aleixandre. 

4- El Buitre y el Ave Fénix, conversaciones con Mario Vargas Llosa,  de Ricardo Cano Gaviria. P: 11,00 euros

«Nos encontramos ante un libro de capital importancia para la mejor y más auténtica comprensión de las últimas producciones de autores hispanoamericanos en materia narrativa. Es un análisis en profundidad de la teoría literaria subyacente en las novelas que han protagonizado la gran explosión y renovación de la novelística cuyo origen se localiza en Hispanoamérica.»
                               Jesús Benítez Villalba, Anales de literatura hispanoamericana.
«Una vez más Vargas Llosa asombra por su fidelidad vocacional, por su coherencia, por su claridad, por el dominio asombroso que tiene sobre la narrativa occidental, por la lucidez con que discute los problemas del escritor latinoamericano.»
                                  Policarpo Varón. El Tiempo, octubre de 1972.

«... sus dotes de conversador intelectual que Ricardo Cano Gaviria mostró en el libro de entrevistas El buitre y el ave Fénix.»

                                  David Castillo, Avui, octubre de 2010.

 
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Fuera de colección

1- La sal y otros poemas (Antología poética 1973-1995) y Poemas en homenaje, de Javier Lentini, prólogo de Manuel Mantero, edición de Rosa Lentini. 

"Lentini es un antagonista, como lo fueron los surrealistas. Pero yo no lo incluiría entre los surrealistas puros -los franceses- o los poetas españoles de la Generación del 27 que coquetearon fugazmente con el surrealismo: Aleixandre, Alberti, Cernuda. Más se asemeja Lentini a los irracionalistas españoles de los años 40, como Ory, Labordeta o Cirlot: ninguno escribe una poesía inmanentista o materialista, sino que se inscriben en el marco de la busca de lo sagrado, como Lentini; en breve hablaré más de esto. Entre los poetas de la promoción de Lentini, tampoco son materialistas Ángel Crespo o Julia Uceda. De todas maneras, una característica importante le separa de los del 40, la angustia existencial tan generalizada en la poesía de esa época de la primera posguerra. Si Lentini quiere desangustiar los ritmos prefijados, también quiere desangustiar la vida misma. Le gusta mucho la vida, por más que -como también recomendaba Kandinsky- le repugne lo anecdótico; es la suya una poesía esencial, de inmediatez y entrega: "Hasta el último instante será hermoso / si lo miras de frente". Y añadirá: "Sólo existir". Le preocupa, desde luego, la vida colectiva, y condenará en sus versos la insolidaridad, la tiranía, la guerra, y la tecnología que sirve para desalmar el alma. Lentini tenía los pies muy en la tierra". 

                                Del prólogo, de Manuel Mantero.

 

 
Catálogo 2012 en Pdf

 

 

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Revised: 15 de abril de 2012 .